Cuando planificamos el viaje a Guatemala, en principio durante un mes, siempre tuvimos claro que empezaríamos por Antigua y que las ruinas mayas de Tikal sería otro de los lugares imprescindibles. Y para ocupar un mes en un país del tamaño de Andalucía visitaríamos la costa del Caribe y buscaríamos la forma de llegar a Semuc Champey, un lugar precioso pero alejado de todas las rutas. Sin embargo, al reducir la estancia de Guatemala para incluir Costa Rica se cayeron la costa caribeña (iríamos al litoral de Costa Rica) y Semuc Champey (con mucha pena), pero Tikal se mantuvo. Es imprescindible. Y con Tikal la localidad de Flores, la vía de entrada, una isla en el lago Petén Itzá, con un aeropuerto internacional precisamente denominado Mundo Maya.
Templo de las Máscaras, en honor de la mujer del soberano Jasaw Chan Kawil
A Flores, situada en medio de la planicie selvática del norte de Guatemala, llegamos en un vuelo interno. Quizás resulta un poco raro, pero los 480 kilómetros que separan la localidad de Ciudad de Guatemala precisan ocho horas o más para recorrerlos por carretera, lo consideramos excesivo. Y algo parecido ocurre con Semuc Champey; está a 300 kilómetros de Flores, pero el trayecto exige siete horas. Por tanto, quedó fuera por esta vez.
Plano de Tikal con los recorridos para conocer las ruinas mayas |
¿Y qué es Tikal? Fue nada menos que la capital de uno de los reinos mayas más importantes, donde se han localizado unas 5.000 construcciones prehispánicas en un área de 16 kilómetros cuadrados. Alcanzó su apogeo en el período clásico, entre el 200 y el 900 d.c.
Existen divergencias entre los historiadores, pero se le atribuyen entre 10.000 y 90.000 habitantes en sus momentos de mayor gloria, con mayor probabilidad de la parte alta de esta horquilla. Eso sí, en la zona de las pirámides vivían las familias importantes de aquella sociedad, la nobleza, digamos, y sus criados. El pueblo llano, los trabajadores y agricultores, en el extrarradio.
Siguiendo las indicaciones de nuestro guía en Tikal |
No se sabe a ciencia cierta por qué una población tan importante, ocupada de manera continuada durante 1.500 años, y capaz de legar una ciudad de estas características, fue abandonada. Aunque hay un dato que puede ayudar a entender lo que ocurrió. En Tikal y sus cercanías no hay ningún río o lago importante que pueda suministrar agua. Para ello construyeron una decena de embalses, pero esta dependencia de lluvias estacionales pudo al final jugarles una mala pasada en caso de sequía extrema. De hecho, los arqueólogos que trabajaron aquí en el siglo XX repararon uno de los embalses para disponer de suministro. Hay otras teorías, como la deforestación acelerada o la contaminación de sus acuíferos con mercurio. Los mayas usaban el cinabrio en grandes cantidades para embellecer de rojo sus monumentos. Este sulfuro de mercurio está compuesto en un 85% por mercurio y es tóxico incluso al tacto, y las lluvias pudieron arrastrarlo hasta los embalses.
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Los monos también abundan, es zona selvática |
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Templo del Gran Jaguar, uno de los principales del complejo |
Tikal está declarado Patrimonio de la Humanidad desde 1979 y se encuentra dentro del parque nacional del mismo nombre. Sus visitas están regladas, no se permite acudir por libre. En nuestro caso hicimos una reserva por internet el día anterior, con la agencia Tikal Adventures que incluía el traslado desde el hotel en Flores en una furgoneta solo para nosotros, acceso al parque, guía y comida en un restaurante del recinto, 85 dólares por persona.
El guía nos fue a buscar al hotel y durante todo el camino se dedicó a vendernos otras maravillas de la zona, dejando Tikal de lado. Lo hizo al saber que al día siguiente no teníamos otro plan que conocer Flores, y que mantuvimos para su disgusto. Le insistimos en que se centrara en Tikal.
Desde las alturas de las pirámides se ven otras entre árboles en la lejanía |
Las visitas siguen unos recorridos prefijados que los guías se saben de memoria y que incluye la posibilidad de ascender a cuatro de los templos. La temperatura aquí es muy diferente de las zonas altas de Guatemala, sobrepasan habitualmente los 30 grados y el nivel de humedad es máximo. En otras palabras, hay aire acondicionado por todos lados y se suda constantemente, por lo que hay que protegerse del sol e hidratarse con frecuencia.
Algunas de las pirámides son accesibles por escaleras de madera
Con esas temperaturas el ascenso a las pirámides resultaba agotador, pero en el grupo tuvimos claro que ya de estar allí había que verlo y disfrutarlo. Y no hubo escalera que dejáramos de lado.
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Pirámides recuperadas que aparecen entre la vegetación |
Hay construcciones desde las que se divisa un panorama amplísimo, normalmente de vegetación de la selva, y en algunos puntos la parte superior de pirámides de gran altura.
La pirámide cubierta de tierra (izq) y a la derecha recuperada
Hay algunas pirámides que se han recuperado parcialmente, con el objetivo de que el visitante se haga idea de como estaban antes de iniciar el proceso de salvar la antigua Tikal de su destrucción. Es el caso de la estructura de la imagen superior, permite hacerse idea de como estaba Tikal antes de iniciarse su recuperación. Y además, cubierta de vegetación.
La naturaleza, exuberante con mucha agua, humedad y calor, ofrece sorprendentes hallazgos a un europeo.
En los principales templos han aplicado medidas de protección, como prohibir el acceso salvo escaleras exteriores de madera, pero no en todos. Además, no parecía haber nadie por allí para evitar daños al patrimonio. El guía nos confirmó que la vigilancia era escasa y no era raro encontrar algún grafiti en monumentos históricos de semejante valor, piedras con rayazos y cosas así.
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Sitio para las ofrendas delante de uno de los templos |
Descansando en lo alto de una pirámide |
En las subidas por las escaleras el guía siempre se quedaba abajo, ya había subido muchas veces. Nos aclaró que todas estas pirámides son macizas, no hay nada en su interior salvo toneladas de piedra. Para las ceremonias se utilizaba exclusivamente el exterior. Similar a las gigantescas estupas de Sri Lanka que habíamos conocido el año anterior.
A salvo del sol gracias a la vegetación entre pirámide y pirámide |
Para recorrer los distintos sectores atravesábamos zonas de selva por caminos, afortunadamente protegidos por el sol. En uno de ellos nos enseñó uno de los embalses donde almacenaban agua de lluvia, un inmenso agujero en el terreno realizado por medio artesanales de la época y hoy lleno de vegetación.
Y en estos paseítos, algunos animales salían a nuestro encuentro.
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Restaurante El Mesón, en Tikal, agradable y una buena comida |
Sobre las dos el guía dio por finalizada la visita y nos llevó al restaurante, uno de los allí existentes. Fue una sorpresa por lo bien montado que estaba, la calidad de la comida y la atención tan profesional del personal. Lo primero que hicieron fue facilitarnos una toalla húmeda y fría para refrescarnos. Menú: tapa de frijoles de aperitivo, jarra de sopa, plato vegetariano (muy rico) o carne de pollo o de res, tortitas de maiz y un trocito de bizcocho de postre. Bebida refrescante de Jamaica (ya la conocíamos) hecha con una flor, y como no era alcohol, gratis. Todo superbien servido y muy apetecible.
Exterior del restaurante en Tikal |
Terminada la comida, paseo para ir a recoger el vehículo y regresar a casa. Allí había, por supuesto, tiendas de recuerdos y artesanía, y el guía nos ofreció parar en alguna por el camino, pero desechamos el ofrecimiento.
FLORES
En Flores dormimos tres noches en el hotel El Patio, situado en Santa Elena, la parte continental del municipio, a solo unos cientos de metros del puente que permite entrar en la isla. Un recinto completamente urbanizado, quizás en exceso como luego explicaremos, pero muy atractivo y un punto naif con sus casitas de colores.
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Llamativas casas de Flores pintadas en colores vivos |
La zona continental de Santa Elena y la isla de Flores componen la cabecera de este municipio del departamento de Petén, el distrito más extenso del país (supone nada menos que la tercera parte de toda Guatemala) pero muy poco poblado. Es un área selvática que limita por el este con Belice y en el norte con México.
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Vista de Flores y a la derecha el puente que conecta la isla con Santa Elena |
La isla es un lugar casi entrañable, con sus calles empedradas y casas en colores vivos, rodeada de agua por todas partes y centrada en el turismo por el tirón de Tikal: hoteles, hostels, restaurantes, agencias de viajes y actividades. Pero a la vez tiene un gran atractivo pese a los duros momentos que atraviesa por la subida de nivel del lago, de lo que luego hablaremos.
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Recinto central del hotel El Patio, un sitio agradable y limpio |
Nuestro hotel, El Patio, estaba bien, chulo, con un desayuno más que digno y habitaciones peculiares, en las que todo el espacio estaba ocupado por dos camas amplias. En cada una podían dormir con comodidad dos personas, pero la segunda ocupaba el espacio donde podría ir una mesa, un sillón o cualquier otra dotación que siempre viene bien al viajero. Dispone de piscina, que nos ayudó a refrescarnos por las tardes. Precio con desayuno, cada pareja 160€ por las tres noches.
Les habíamos pedido por email que nos gestionaran el tour a Tikal. Dijeron que no se encargaban de eso pero nos facilitaron los nombres de tres agencias. Ante la premura de tiempo, ya que íbamos a llegar un poco tarde para visitar las agencias de Flores, lo hicimos por internet antes de tomar el avión en Ciudad de Guatemala. Normalmente acudíamos a alguna agencia, hablábamos, pedíamos precio, y si era el caso visitábamos otra. Pero al entrar en el hotel nos sorprendió el encargado preguntándonos si íbamos a ir a Tikal. Le explicamos lo que había pasado y quedó aún más sorprendido que nosotros.
Cruzando el puente a Flores, que muy preparado para el peatón no está |
La misma noche de la llegada fuimos a la isla para tener una primera impresión y de paso cenar. Terminamos en el restaurante Raíces, amplio y bien montado junto al lago, que nos recomendaron dos chicas de Flores en el aeropuerto. El típico sitio en el que hay que limitar la comanda; todo estaba muy bueno pero sobró comida (25€ persona).
El segundo día lo dedicamos a Tikal y el tercero lo reservamos para la isla, que se publicita con el conjunto del departamento.
El agua llega al borde mismo de las casas e incluso supera esta marca |
La primera noche, ya oscuro, comprobamos que algunas calles llegaban directamente hasta el agua, y eso a veces complicaba la movilidad. No entendíamos lo que pasaba ya que en Google Maps veíamos una vía que circunvalaba toda la isla y no la localizábamos.
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Casas con el agua en la puerta y en riesgo de ser inundadas |
En la visita diurna ya lo entendimos mejor: el lago ha subido de nivel y hay casas anegadas, lo mismo que el paseo peatonal perimetral, completamente cubierto.
Paseo por el lago Petén Itzá en una lancha alquilada |
El capitán de la embarcación que alquilamos para dar un paseo nos explicó la inundación. Desde hace tiempo ha llovido muchísimo y el nivel ha crecido nada menos que tres metros en los últimos dos años, lo que ha provocado el desastre ya citado. Según aclaró, no hay nada que hacer salvo confiar en que paren las lluvias y quizás había que haber tenido en cuenta este fenómeno para no construir hasta el borde.
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Casas semianegadas por la crecida del lago |
Es un problema que afecta a Flores, pero también al resto de las poblaciones del lago.
Desde la lancha vimos inmuebles costeros con la terraza y los jardines inundados, así como los muelles de sus embarcaciones.
Nos enseñó algunos hoteles que han tenido que cerrar sus puertas ante la imposibilidad de mantenerse abiertos. Nos recordó el fenómeno del acqua alta veneciana.
Degustando la Horchata de Ramón, una delicatesen |
Después ya nos movimos para localizar el otro restaurante que nos había recomendado el guía para probar cosas típicas de la zona de Petén. No nos costó trabajo dar con La Danta, un lugar curioso, muy bien puesto con toques etnográficos.
Agradable sala de La Danta, donde comimos muy a gusto |
Aquí pudimos probar el conocido pescado blanco del lago, que solo lo hay cuando pueden pescarlo y que es un poco caro. Lo tomamos unos hervido y otros frito, no estaba mal pero tampoco nos emocionó. Y de postre, para redondear, un flan de ramón, rico pero nada que ver con la horchata (23€ persona la comida).
El resto del día lo dedicamos a dar otro paseo de despedida, visitar algunas tiendas y decir adiós a Flores y también al país.
Una población curiosa e interesante.
Que pese a la falta de espacio dispone de un pequeño parque en la zona más alta.
Una suerte, ya que por mucho que suba el agua nunca llegará hasta allí.
Al contrario que esta pequeña islita junto a Flores, donde el museo que la ocupa ha tenido que cerrar sus puertas.
Zona de comercios casi estilo mercadillo en Santa Elena, muy concurrida |
Y al caer la tarde, confiando en que hiciera algo de fresco, otro paseo por la zona de tiendas y mercadillo, que abre hasta muy tarde. Fresco ni hacía ni se le esperaba, pero un sitio muy interesante.
Y al día siguiente, avión de Flores a Ciudad de Guatemala, paseo mañanero por la capital y en la tarde, vuelo a Madrid y después a Vigo.
(Aunque a efectos de este blog, nos queda por contar nuestro paso por Costa Rica, que viene a continuación)
ADIÓS GUATEMALA! Un gusto haberte conocido!
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