sábado, 18 de enero de 2025

9) El subidón de hacer snorkel en el Manuel Antonio (Quepos)

Bajamos desde La Fortuna a Quepos para conocer el Pacífico costarricense, y elegimos esta localidad por su vecindad con el parque nacional Manuel Antonio. Teníamos reserva de hotel para dos noches, la de llegada, un lunes, el martes para ver el parque y el miércoles salida para Bahía Drake. Pero, como en el chascarrillo, la tostada cayó del lado de la mantequilla. En otras palabras, que, para nuestra sorpresa, el Manuel Antonio cierra todos los martes del año. Nos dejó pues sin plan y tuvimos que improvisar.

Listos para hacer snorkel frente al Manuel Antonio, una experiencia gratísima

Luego lo contaremos con más detalle, pero concertamos un tour vespertino para acercarnos en barco a la costa del parque nacional y, además de la ruta marítima, cena en la embarcación de regreso y practicar snorkel. Salió de maravilla, aguas cálidas y peces de todo tipo, color y tamaño, y en abundancia, a veces parecían bancos enteros Un rato genial.

Equipados para la experiencia

Después del rato de buceo en superficie, regreso a puerto para  hacer coincidir el final de la excursión con la puesta de sol.

Puesta de sol frente a Quepos, casi perfecta

Era un día transparente y despejado, y bastantes barcos esperaron. como el nuestro, el momento de la puesta del sol, uno de ellos especialmente llamativo cuyos mástiles permitían encajar el astro unos minutos.

Cocodrilos bajo el puente de Tárcoles, se forman colas para verlos

El viaje desde La Fortuna discurrió con normalidad. A la hora convenida apareció Henry, de la empresa Interbús, que resultó un guía profesional y amable que nos entretuvo durante el camino. El viaje fue un poco más largo de lo previsto, seis horas con dos paradas. Una de ellas por iniciativa nuestra en el puente de una población llamada Tárcoles, donde radica una importante colonia de cocodrilos. La otra, la clásica para estirar las piernas. Los cocodrilos tomaban el sol tranquilos, en grupos, el río bajaba con poca agua y amarronado, por lo que este color y el barro hacía que no destacaran demasiado.

Se calcula que la colonia alcanza los dos mil ejemplares

Le dijimos que queríamos verlos y no puso inconveniente, y eso que luego tenía el recorrido inverso para regresar a La Fortuna. Nos habló un poco de su vida, era más joven que otros conductores, sobre los treinta. Padre de dos hijos, uno propio y otro de acogida, una situación sobre la que no se extendió, simplemente dijo que había sucedido sin buscarlo.


Henry nos dejó en Cabinas  Alicia, donde ocupamos tres de sus cuatro habitaciones.


Es un sitio decente y limpio con mobiliario viejuno, dos grandes camas una mecedora de cuando éramos pequeños y aire acondicionado, de agradecer pues la temperatura se dispara en la costa. Como casi siempre, lo usamos exclusivamente para dormir. El precio, 46€ por noche sin desayuno, que no lo ofertan aunque alrededor había varias alternativas.

Marina de Quepos, llena de embarcaciones de todo tipo

Nada más instalarnos tuvimos que gestionar la actividad del día siguiente. Eran más de las cinco y a las seis cerraban las agencias. Finalmente logramos concertar el tour por la costa en un yate pequeño a 80$ regateando, nos pedían 95 pero logramos arañar unos euros.

Los atardeceres en Quepos fueron de impresión 

Una vez resuelto el día siguiente, paseo por la marina, a cuyo lado están construyendo un hospital, después por el paseo marítimo y finalmente cena en Bahía Azul, que nos recomendaron en el alojamiento. Un sitio grande junto al mar y comida rica y sorprendentemente barata para este país (12€ por cabeza). El camarero, un chavalito muy joven, quizás no llegaba a veinte años, fue un espectáculo, con un nivel de amabilidad y cortesía que apabullaba, y siempre riéndose. Se acercaba a nuestra mesa para cualquier cosa, cada vez nos preguntaba qué tal estaba todo, un showman. En general la gente resultó cordial y atenta todo el viaje.

Vista del mar desde un mirador de Quepos

La mañana del día siguiente la teníamos libre, estábamos citados a la una y media para salir al mar a las dos, hicimos unos recados, paseamos por el pueblo, pequeño e igualmente con pinta de reciente, como La Fortuna. Por lo que hemos leído, Quepos surgió en la primera mitad del siglo XX debido al auge de las plantaciones de banano, grandes extensiones que vimos en el viaje. Los primeros datos de población datan de 1950 y ahora tiene 22.000 habitantes. Hacía mucho calor y así seguiría durante la etapa final de Bahía Drake antes de regresar a San José.

Un cartel advertía de posibles riesgos de tsunami, que en días tranquilos no se imagen

Ese día tuvimos que buscarnos la vida para desayunar, y ya no fue lo mismo que la noche anterior. Quizás elegimos un sitio caro, pero el café costaba 4€ y el desayuno de panqueques con fruta, 12€. Pura vida. Más caro desayunar que cenar.


Después de callejear y utilizar el fotocall en el parque Nahomi, nos dirigimos a la marina para nuestro tour. Bajo el sol del mediodía llegamos extenuados.


Tomando el sol en una escollera de la marina encontramos este tranquilo lagarto, que no se inmutó por nuestra presencia.

El toldo del barco resultó providencial para navegar sin el agobio del sol

El paseo en barco hasta la zona marítima del parque nacional Manuel Antonio fue agradable, disfrutando de la brisa marina y los paisajes.


Desde el mar todo era verde en tierra, y la tranquilidad absoluta.


Una costa rocosa, pese a lo cual repleta de árboles hasta el mismo mar.


El barco circunvaló varias islotes frente al parque, territorio de innumerables colonias de aves.


Por nuestra parte, disfrutando de lo lindo.

Con gafas, Minor (pronunciar mainor), nuestro simpático capitán y guía solvente, con mucho oficio

Ejercía de guía y sobre todo de animador Minor, una persona experimentada en estas lides y con evidentes dotes para el trato con turistas, a los que se ganaba con facilidad. Nos iba dando explicaciones, ofreciendo zumos o lo que quisiéramos beber (sin límite alguno) y dándonos datos del litoral que estábamos visitando.

Listos para empezar con el snorkel

Llegado el momento del snorkel, indicaciones claras sobre la equipación y la necesidad de atender sus indicaciones, entre ellas la de no alejarse del grupo. Nos llevó a unos doscientos metros del barco en un área donde se realiza la actividad a diario, supusimos. Hay rocas a poca profundidad tipo corales, con muchas aristas y huecos, donde habitan numerosas especies. Una vez allí, cada uno se lo montó como quiso, y practicamos este buceo sencillo de superficie hasta cansarnos. En poco rato empezaron a aparecer peces de distintos pelajes y colores, fue un momento especial, muy gratificante, que se alargó durante unos 45 minutos. Pena de la cámara subacuática que siempre se queda en casa. Después, vuelta al barco y regreso a Quepos.

Mientras hacíamos snorkel, otros grupos surcaban el cielo arrastrados por una embarcación

 Los seis viajeros recordamos el snorkel que habíamos hecho años atrás en la Costa Licia, en Turquía, que nada tuvo que ver con este. En el Mediterráneo entre todos no vimos una docena de peces.

Cena marinera sobre cubierta, muy rica

El chef había aprovechado el rato del buceo para tenerlo todo listo. Una vez en el barco y con ropa, Minor empezó a servir platos con atún a la plancha recién hecho con arroz, verduras y frijoles, todo muy rico.


Hubo mojitos y combinados para el que quiso tomarlos, mientras contemplábamos un paisaje ciertamente atractivo.


Estábamos cómodos en el barco, después del baño no teníamos calor y la tarde empezaba a declinar.


Y poco más. Nos fuimos acercando a la ciudad visiblemente satisfechos.


Ya cerca de la marina, el capitán dio unas vueltas. El barco tenía capacidad para 25 pasajeros, pero solo íbamos 14, eso sí, muy variados. Además de españoles, norteamericanos, franceses, daneses y brasileños.


Hizo tiempo para que el sol se acercará al horizonte y tener a la embarcación en la mejor posición.


Y de esta manera despedimos la excursión y casi nuestra breve estancia en Quepos. A la mañana siguiente salíamos para Bahía Drake, nuestro viaje enfilaba ya su final en Costa Rica. 

Este es el cartelito que nos encontramos en la marina al llegar:


No hay comentarios:

Publicar un comentario

1) Antigua, la puerta colonial de Guatemala

 Antigua, como su nombre sugiere, fue la primera capital de Guatemala (1543-1773), título que perdió tras una sucesión de terremotos que lle...